martes, 23 de julio de 2024

El Desarrollo del Liderazgo Docente: Competencia Trascendental en la Escuela del Siglo XXI

 



Constantino Carcaño Zamora

Universidad Juárez del Estado de Durango

 

 

La calidad educativa es uno de los objetivos fundamentales conforme a los acuerdos internacionales de la Agenda 2030 expresado en al ODS4 que propone crear estrategias colaborativas para formar de acuerdo con las expectativas de la Escuela del Siglo XXI a una de sus figuras más importantes: el docente.

La educación se encuentra en una transformación constante y pretende formar en el docente habilidades directivas que rompan con los paradigmas tradicionales de su labor y se centre en el desarrollo integral de los estudiantes para responder a las necesidades y demandas del Siglo XXI. Es por ello por lo que desde hace tiempo diversos estudios se han centrado en el liderazgo pedagógico que asume el docente al momento de dirigir a los grupos académicos a través de un estilo de liderazgo que puede o no favorecer la formación de los alumnos. Este tópico pretende que el docente asuma el rol transformador que se le encomienda y que sea consciente del estilo de liderazgo pedagógico que implementa en las aulas para que descubra por si mismo, cuales son las actitudes y conductas que asume y si estas son coherentes y congruentes con las expectativas del docente del Siglo XXI. Se ha evidenciado que el docente necesita de una profesionalización para poder desempeñar su liderazgo pedagógico de una manera eficiente y eficaz a través de los cuatro pilares de la educación descritas por Delors. Se considera que el desarrollo del liderazgo docente es fundamental para garantizar la calidad en el sector educativo.

 

Palabras Clave

Formación Docente; Liderazgo Pedagógico; Escuela del Siglo XXI


Introducción 

La calidad educativa es una de las premisas que se pretende lograr a través de la implementación de acuerdos internacionales como la Agenda 2030 que influye en la adecuación de las políticas educativas de los países con reformas educativas que buscan garantizar la calidad esperada.

Es evidente que el sector educativo está en constante movimiento y que debe adecuarse al Siglo XXI con la innovación y la mejora en la práctica pedagógica y es cuando la figura del docente sale a relucir pues debe romper con los paradigmas tradicionales educativos para cumplir con las expectativas de su labor coherente con las necesidades y demandas de la Escuela del Siglo XXI.

El docente del Siglo XXI debe transformarse en su labor vinculando su práctica educativa           con los cuatro pilares de la Educación y desarrollar una habilidad fundamental en su quehacer pedagógico: el liderazgo.

Para ello es esencial que el docente se visualice así mismo como un elemento importante en la evolución educativa asumiendo un rol completamente opuesto al tradicionalista y explorando la manera en que asume su liderazgo pedagógico al momento de liderar a sus estudiantes, aunque es fundamental que el docente reconozca cuál es su estilo de liderazgo que retoma en su práctica pedagógica, ya que el docente sabe hacer pero necesita ser formado para ejercer eficientemente su labor de acuerdo con las expectativas docentes del Siglo XXI.

La Agenda 2030 y su Relación con el ODS 4: Educación de Calidad 

Dentro de las perspectivas de la Escuela del Siglo XXI es la transformación de la educación para garantizar su calidad. Esto se ve reflejado en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible la cual es un convenio internacional a través de “un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad” (ONU, 2016) el cual incluye 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) los cuales son el resultado de un proceso investigativo por parte de las Naciones Unidas obtenidos con la participación de todos los Estados Miembros.

Específicamente el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4: Educación de Calidad es quizás uno de los más fundamentales de la Agenda 2030 debido a que ocupa el lugar central de los subsecuentes ODS cuya intención es “garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida para todos” (ONU, 2016) siendo una de la Meta 4.c la que compete con la formación docente, la cual se expone textualmente “De aquí a 2030, aumentar considerablemente la oferta de docentes calificados” (ONU, 2016) ya que se considera que el docente es clave no solamente para la consecución de las demás metas del ODS 4 sino para lograr la educación de calidad y para ello es necesario reflexionar sobre la necesidad de su proceso de formación y transformación en su labor docente


El Docente del Siglo XXI 

Bauman (2003) enfatiza que la sociedad del conocimiento y la era digital han cambiado y están transformando al sector educativo desde finales del Siglo XX fundamentándose en el paradigma constructivista a través de una perspectiva sociocultural lo cual evidencia que los cambios educativos no solamente deben limitarse a innovaciones metodológicas o en la incorporación de recursos sino que también es necesaria una transformación coherente con el paradigma enfocado en el ser competentes a nivel procedimental, actitudinal y cognoscitivo, con el fin de adecuarse a las demandas de una sociedad que cambia constantemente.

Es por ello, que Johnson y Johnson (2018) argumentan que el reto de la educación para el      docente  del Siglo XXI es enfatizar el aprendizaje activo y participativo del sujeto, adquiriendo las herramientas competenciales necesarias para integrarse en una sociedad que demanda individuos creativos y autorrealizables. Ante ello, se debe propiciar un enfoque innovador que se apoye con el uso de las tecnologías de la información y la comunicación siendo lo más importante el propiciar un ambiente cooperativo de trabajo de toda la comunidad educativa, donde el alumnado sea el que construye su propio conocimiento, involucrándose de forma significativa, cognitiva y emocionalmente.

Rico y Ponce (2022) señalan que “en el marco de esta escuela deseada, los docentes resultan piezas fundamentales. Sin su acción, no existe el aprendizaje ni la innovación, ni tampoco es posible un cambio verdadero en educación. Por lo tanto, cualquier transformación perseguida en el sistema educativo requiere los profesores compartan las ideas en las que se basan, modifiquen sus prácticas y adapten los nuevos principios a las nuevas (o viejas realidades)”.

 Brady (2020) enfatiza la necesidad de que el docente desarrolle una actitud analítica, reflexiva y critica sobre su propio rol, con habilidades de búsqueda, selección y análisis de la información; capaces de trabajar en colaboración e interacción social, asumiendo responsabilidad y compromiso, tomando decisiones, así como desarrollando actitudes y habilidades comunicativas y de civismo desde una perspectiva democrática y de apertura sociocultural, de compromiso de justifica social como parte del ejercicio profesional y ciudadano (García-Montero, 2002; Palomares, 2009) cuya finalidad, según Ribosa (2020) es ayudar al alumno en su búsqueda personal de su madurez cognitiva y afectiva en esta dinámica social de aprendizaje.

Conforme a las reflexiones de Santiago y Fonseca (2016) el docente del Siglo XXI rompe      con el paradigma tradicionalista en el que solamente de desempeñaba como el transmisor de conocimiento y dominio de una disciplina a un profesor que debe ser capaz de crear entornos de aprendizaje activo y basado en problemas, además debe de propiciar contextos que potencien el interés, la capacidad autónoma, inventiva y creativa del alumno.

Es por ello por lo que el docente debe visualizar la perspectiva de su rol en el Siglo XXI y su transformación ya que debe saber ser guía, orientador, acompañante, mentor, tutor, gestor del aprendizaje, facilitador, dinamizador o asesor (Viñals y Cuenca, 2016) lo que demuestra que el quehacer docente del Siglo XXI es la de asumir roles en una misma labor profesional por lo cual sugiere Prensky (2011) que es importante que el docente converja con un proceso analítico, reflexivo y activo sobre su práctica pedagógica.


Los Cuatro Pilares de la Educación 

Jacques Delors en 1996 publicó “Los Cuatro Pilares de la Educación”, comúnmente conocido como El Informe Delors el cual, en palabras de su autor, su idea se fundamenta en que la educación debería de estructurarse en cuatro aprendizajes fundamentales para la vida a los que considera pilares del conocimiento: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. Si bien estos cuatro pilares de la educación se enfocan en la figura del estudiante, hay algunos autores que ofrecen sus perspectivas en el quehacer docente, que como expone Delors (1996) “la enseñanza escolar se orienta esencialmente, por no decir que, de manera exclusiva, hacia el aprender a conocer y, en menor medida, el aprender a hacer”. Lo que demuestra la necesidad de centrarnos en la formación y la capacitación del docente ya que su solo conocimiento no basta para ejercer su labor con calidad, eficacia y eficiencia. Es decir, se debe hacer al docente competente.

Bunk (1994) distingue cuatro tipos de competencias que debe poseer el docente para ser competente en su labor: competencia técnica (los conocimientos, las destrezas y las aptitudes), metodológica (procedimientos), social (la sociabilidad) y participativa (la participación, las formas de organización) a lo que Echavarría (2002) relaciona el rol docente con su competencia de acción profesional que es la forma de llevar a cabo su acción pedagógica.

Lutfi et al (2001) retomando los postulados de Delors (1996) concreta que las competencias docentes deben basarse en las propias del saber a través de una dimensión cognitiva-reflexiva, siendo la parte más técnica de la adquisición de conocimientos para desarrollarse en el ámbito profesional (previamente obtenidos a través de una formación y/o capacitación); el saber hacer que influye en las dimensiones activas, creativas y metodológicas para el diseño, el implemento y la evaluación de acciones pedagógicas eficaces, el saber ser, que influye en la dimensión afectiva- personal y el saber estar, que es la relación con los demás centrándose en las habilidades sociales y comunicativas entre el docente y los alumnos.

Sin embargo, señalan los autores anteriores que dichos saberes “están condicionados por el contexto y la finalidad educativa que de este se desprende, con base en la concepción y reconceptualización que la experiencia profesional, personal y formativa va modificando; así como las motivaciones y expectativas puestas en el ejercicio docente, que configuran un universo simbólico movido por valores, creencias, capacidades, habilidades, etcétera”.

Para concluir, el Rol del Docente del Siglo XXI en su ejercicio pedagógico, según las perspectivas de Delgado y Viciana (1999) debe poseer una relación didáctica entre factores personales, que se producen en los ámbitos técnico, comunicativo, organizativo  y relacional- afectivo del proceso de enseñanza- aprendizaje según la manera de enseñar utilizada por el docente para su acción pedagógica influenciada por la forma en este considere bajo su perspectiva lo que es la educación y cuáles son las formas para lograrla. Lo cual influye directamente en el liderazgo que asume para consagrar sus propósitos.

 Concepto de Liderazgo 

El quehacer docente debe romper con los postulados tradicionales de su labor y buscar innovarla para adaptarse a las necesidades y tendencias actuales que exige el mundo globalizado. El rol del Docente del Siglo XXI no solo debe enfocarse en poseer los conocimientos y técnicas pedagógicas sino convertirse en un líder.

El liderazgo según French y Bell (1996) “es un proceso altamente interactivo y compartido que implica el establecimiento de una dirección, visión y estrategias para llegar a una meta alineando a su vez a las personas y motivándolas”, por su parte, Robbins (2013) lo define como “la habilidad para influir en un grupo y dirigirlo hacia el logro de un objetivo o un conjunto de metas.” En el caso del docente, su liderazgo es formal, es decir, este se les asignado por una jerarquía administrativa en una organización que en su caso sería una institución escolar.

¿Por qué enfocarse en el liderazgo docente? Según Robbins (2013) señala que “se         necesitan lideres que desafíen el estatus quo, que elaboren visiones del futuro y que inspiren a los miembros de las organizaciones para que deseen lograr esas visiones” a través de “un liderazgo firme y una administración sólida para alcanzar una eficacia óptima”.

Dentro de las nuevas perspectivas de la figura docente influenciada por las corrientes pedagógicas de la Escuela Nueva, el docente debe modificar su rol tradicionalista caracterizado por ser autoritario y ser el mediador entre el alumno y el objeto del conocimiento, debe aprender a ser un guía (la esencia del liderazgo) y que tenga la capacidad de generar las condiciones de trabajo y de enseñanza- aprendizaje que permitan al alumno desarrollar sus aptitudes.

En las recientes reformas educativas, el alumno deja de ser pasivo y perceptivo a ser activo y protagonista de la construcción de su conocimiento y es por ello por lo que se debe cimentar en los docentes habilidades directivas vinculadas con su trabajo pedagógico.


Los Estilos de Liderazgo

Antes de fundamentar el liderazgo en el docente es importante que esté conozca cuál es el estilo de liderazgo que asume al momento de llevar su acción pedagógica en los grupos académicos que dirige. El estilo de liderazgo, según Ayaub (2011) se desarrolla a través de sus acciones y conductas que son influenciados por los antecedentes, sus conocimientos y experiencias particulares (Stoner, 1996).

Chiavenato (1999) nos ofrece una definición sobre los estilos de liderazgo, los cuales considera que son “la influencia interpersonal ejercida en una situación, dirigida a través del proceso de comunicación humana a la consecución de uno o diversos objetivos específicos” por su parte, Rodríguez (2007) y Kahai y Sosik (1997) consideran que el estilo de liderazgo afecta el proceso de trabajo en grupo y el clima social de la organización, tanto como la creatividad y la productividad individual.

Conforme a los resultados de investigación del liderazgo docente a nivel universitario de González y González (2012) detectó a cuatro estilos predominantes en los docentes: el Laissez Faire, autocrático, transaccional y transformacional. Sin embargo ¿cuál estilo de liderazgo es afín a las expectativas del Docente del Siglo XXI? Que pueda asegurar la calidad educativa, la       innovación y la transformación educativa en nuestro país.


Impacto del Liderazgo Docente en la Educación

De acuerdo con York-Barr y Duke (citado en Harris y Mujis, 2003) “los efectos positivos del liderazgo docente se muestran en primera instancia en el desarrollo profesional de los mismos profesores. Las prácticas y actitudes de liderazgo impulsan de manera significativa su desarrollo al expandir su noción de aprendizaje, enseñanza y escuela y al concientizarlos sobre el        hecho de que el ejercer el liderazgo y el aprender están intrínsicamente ligados”.

Así mismo, Harris y Mujis (2003) exponen que cimentar el liderazgo en el docente tiene efectos positivos tanto en los estudiantes como en el mismo profesor ya que favorece el autoestima, incrementa la satisfacción e influye en la motivación y en cuanto a la acción docente, un liderazgo bien fundamentado garantiza mejor rendimiento en el docente y a su vez, destaca Uribe (2005) que el impacto que produce el ejercicio del liderazgo docente trasciende en la eficacia escolar, es decir, mejora el proceso de enseñanza-aprendizaje de los estudiantes lo que se traduce en la obtención de mejores resultados.

Por último, Delgado (2000) afirma que el liderazgo docente debe enfocarse en la autorrealización de sus alumnos, así como incentivarlos y promoviendo la formación de ambientes de aprendizaje que propicien el cambio en la educación. 

 

El Desarrollo Profesional Docente: Clave en la fundamentación del Liderazgo Pedagógico
 

Si bien el liderazgo es una actitud y aptitud que posee el docente, no siempre es una habilidad consciente ni técnica por lo cual al profesorado se le debe inducir. La docencia se transforma constantemente y debe responder a las necesidades y las demandas del contexto histórico, económico y social en el que se vive a través de un mundo globalizado mucho más exigente y cambiante. Al docente en su formación académica y/o capacitación se le enseña a ser docente más no a cómo hacer, a cómo ejercer docencia a través de un liderazgo pedagógico.

Es por ello por lo que, a través del Desarrollo Profesional, que en palabras de Helterbran (2010) “es la base para la mejora de la práctica educativa y es esencial para el crecimiento, la experiencia y el desarrollo de las habilidades del profesorado” se debe cimentar el liderazgo pedagógico para garantizar la calidad educativa.

Si realmente se desea ser congruente entre la teoría y la práctica propuesta en las reformas educativas, se debe mostrar coherencia en la formación docente específicamente en su rol transformador el cual incluye habilidades directivas para alinearse a las expectativas docentes establecidas en la Escuela del Siglo XXI.

Conclusiones 

Señala Contreras (2016) que para renovar las practicas educativas tradicionales y contribuir en el progreso estipulado en la Escuela del Siglo XXI, es fundamental que el docente sea consciente de su influencia y que es el autor principal en el cambio educativo por lo cual resulta imprescindible establecer un liderazgo docente en la práctica pedagógica.

Sin embargo, es muy trascendental que se tomen decisiones en las políticas educativas, a nivel directivo y en el mismo docente para que este sea debidamente capacitado, formado y empoderado en el tópico del liderazgo en su quehacer docente a través de diversas estrategias que involucren los postulados de Delors y se vinculen con su formación profesional y capacitación.

Es importante que el docente sea consciente del estilo de liderazgo que ejerce en su labor en los grupos académicos que dirige para que pueda inspirar y lograr un cambio genuino en el sector educativo, sobre todo a nivel media superior, así mismo, el docente debe visualizarse como un autor clave en la transformación educativa a través de la formación de habilidades directivas pedagógicas, el docente pueda cumplir con las expectativas que se tienen en su rol dentro de la Escuela del Siglo XXI. Para generar un cambio genuino en la educación es necesario innovar la docencia.

 

Referencias 

Ayoub-Pérez, J. (2011). Estilos de liderazgo y su eficacia en la administración pública mexicana. Lulu Enterprise, Inc.

Bauman, Z. (2003). Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica.

Brady, A. (2020). From the reflective to the post-personal teacher, Teoría de la Educación. Revista Interuniversitaria, vol. 32, núm. 1, pp. 55-71. DOI: 10.14201/teri.21438

Bunk, G. (1994). La transmisión de las competencias en la formación y el perfeccionamiento profesional de la RFA, Revista Europea de Formación Profesional, núm. 1, pp. 8-14.

Chiavenato, I. (1999). Introducción a la teoría general de la administración. McGraw-Hill Interamericana, S.A.

Contreras, T. S. (2016). Liderazgo pedagógico, liderazgo docente y su papel en la mejora de la escuela: una aproximación teórica. Propósitos Y Representaciones, 4(2), 231–284. https://doi.org/10.20511/pyr2016.v4n2.123

Delgado, M. (2000). El Liderazgo Educativo en los Centros Docentes: La Muralla, S.A.

Delgado, M. y Viciana, J. (1999). La programación e intervención didáctica en el deporte escolar. Aportaciones de los diferentes estilos de enseñanza, Apunts. Educación física y Deportes, núm. 56, pp. 17-24.  https://www.revistaapunts.com/apunts/articulos//56/es/056_017-024_es.pdf 

Delors, J. (1996). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI. Santillana/Unesco

Echevarría, B. (2002). Gestión de la competencia de acción profesional, Revista de Investigación Educativa, vol. 20, núm. 1, pp. 7-43.  https://revistas.um.es/rie/article/view/97411

French, L., y Bell, C. H. (1996). Desarrollo Organizacional: aportaciones de las ciencias de la conducta para el mejoramiento de la organización. 5ªedición. Prentice-Hall Hispanoamericana.

García-Montero, I. (2002). La educación actual ante las nuevas exigencias de la sociedad del conocimiento, Revista Temas, vol. 10, núm. 32, pp. 1-17.  http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/cuba/cips/caudales05/Caudales/ARTICULOS/ArticulosPDF/05G001.pdf

Gonzalez, O. y González, L. (2012) Estilos de Liderazgo del Docente Universitario. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=90423275005

Harris, A. y Muijs, D. (2004). «Teacher leadership, a research project funded by the General Teaching Council and National Union of Teachers». Disponible en: http://www.ei-ie. org/en/websections/content_detail/3272.

Helterbran, V. (2010). Teacher leadership: overcoming "I’m just a teacher" syndrome. Education, 131(2), 363-371.  https://www.questia.com/library/journal/1G1-251534611/teacher-leadership- overcoming-i-am-just-a-teacher

Johnson, D. y Johnson, R. (2018). Cooperative learning: The foundation for active learning, en S. M. Brito (ed.), Active learning. Beyond the future: IntechOpen, pp. 59-70. DOI: 10.5772/intechopen.81086

Lutfi, T.; Gisbert, M. y Fandos, M. (2001). El ciber profesor formador en la aldea global, en Consejería de Educación, Ciencia y Tecnología de la Junta de Extremadura (ed.), Las Ciencias Sociales en Internet, Badajoz: Comunidad Autónoma de Extremadura, pp. 115-135.

Organización de las Naciones Unidas (2016) Desglosar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 Educación 2030: Guía https://www.buenosaires.iiep.unesco.org/sites/default/files/archivos/ODS4_0.pdf

Palomares, A. (2009). El nuevo modelo docente en el paradigma formativo centrado en el alumnado, Enseñanza & Teaching, vol. 27, núm. 2, pp. 45-75.  https://revistas.usal.es/index.php/0212-5374/article/view/7095/7519 

Prensky, M. (2011). Enseñar a nativos digitales: SM.

Ribosa, J. (2020). El docente socio constructivista: un héroe sin capa, Educar, vol. 56, núm. 1, pp. 77-90. DOI: 10.5565/rev/educar.1072 

Rico-Gómez, M., & Ponce Gea, A. (2022). El docente del siglo XXI: perspectivas según el rol formativo y profesional. Revista mexicana de investigación educativa, 27(92), 77-101. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-66662022000100077&lng=es&tlng=es.

Robbins, S. y Judge, T. (2013) Comportamiento Organizacional 15ta. Edición. Pearson.

Rodríguez-Ponce, E., (2007). Estilos de liderazgo, toma de decisiones estratégicas y eficacia: un estudio empírico en pequeñas y medianas empresas. Interciencia, 32(8), 522-528.

S. Kahai and J. Sosik. (1997) Effects of Leadership Style and Followers’ Cultural Orientation on Performance in Group and Individual Task Conditions. Personell Psychology. Vol. 50, Issue 1, pp. 121-147.

Santiago, R. y Fonseca, C. (2016). Ser buen profesor, una mirada desde dentro, EDETANIA, núm. 50, pp. 191-208. https://revistas.ucv.es/index.php/Edetania/article/view/27

Sierra Villamil, G. M. (2016). Liderazgo educativo en el siglo XXI, desde la perspectiva del emprendimiento sostenible. Revista Escuela De Administración De Negocios, (81), 111–128. https://doi.org/10.21158/01208160.n81.2016.1562

Stoner J. (1996). Administración 5a ed. Primera parte. Prentice- Hall Hispanoamericana.

Uribe, M. (2005). El Liderazgo Docente en la construcción de la cultura escolar de calidad: un desafío de orden superior. Revista PRELAC. Nº 1 Año 1.

Viñals, A. y Cuenca, J. (2016). El rol del docente en la era digital, Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, vol. 30, núm. 2, pp. 103-114. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=27447325008ww.redalyc.org/articulo.oa?id=27447325008[DRC7] 





Capítulo de Libro publicado en 2023 por la Red Durango de Investigadores Educativos A. C
El texto expuesto a continuación es de autoría propia y se expone con fines de divulgación científica de manera particular, reconociendo la aportación de la Red Durango de Investigadores Educativos A. C para su publicación y su distribución. 
Para conocer más acerca del libro donde se extrajo el presente artículo puede dar clic en el siguiente enlace.



viernes, 19 de julio de 2024

La Razón de Todo



PRÓLOGO

Mi nombre es Constantino Carcaño Zamora y he decidido comenzar a compartir con ustedes algunas de mis ideas, proyectos, artículos y escritos de investigación de mi autoría y que han sido publicados como capítulos de libros en la REDIE A.C, así como dar divulgación de diversas ciencias como lo son la psicología, el desarrollo comunitario, el medio ambiente, la educación y en algunas ocasiones una de mis grandes pasiones que es el fútbol.

Hace tiempo he tenido la idea de utilizar las TIC´S en diversas aplicaciones como lo son este Blog (por ejemplo) y algunos otros medio que pretendo explotar como lo son YouTube, Instagram y Spotify. Mi intención, como lo mencione anteriormente, es divulgar los diversos conocimientos que poseo hacia los demás y que este junto con mi experiencia en los diversos campos que mencionare en las siguientes líneas puedan servirte para adquirir un nuevo aprendizaje, tener acceso a información o simplemente puedan otorgarte una experiencia de lectura y búsqueda para saciar tu curiosidad.

Estaré compartiendo contenido en las diversas plataformas mencionadas anteriormente una vez a la semana por lo cual te invito a que te suscribas y me sigas en redes sociales para que estés al pendiente de las actualizaciones. Con esto no pretendo un fin lucrativo sino un beneficio social e intelectual.

Te preguntaras, ¿Quién es Constantino Carcaño Zamora? Comúnmente soy conocido como Tino por la mayoría de las personas y nací en la ciudad de Durango, Durango en México un 10 de octubre de 1989. 

Desde 2014 hasta la fecha me he dedicado a la docencia y tutoría, estoy involucrado en la educación media superior, superior y virtual. La docencia es otra de mis pasiones y las habilidades que ostentó han sido "heredadas" por mi abuelo Constantino Carcaño Reyes, un destacado normalista que fue director durante muchos años en una secundaria que lleva su nombre en el municipio de Nombre de Dios  y muchas personas cuando saben mi nombre, me relacionan con él y algunos otros familiares que hemos trabajado en el sector educativo. La docencia es algo que ha estado presente en la familia durante muchos años e incluso hasta mis padres se desempeñaron como docentes.  Durante todo este tiempo he estado capacitándome y puliendo mis habilidades docentes para poder otorgar un buen servicio a la razón de mi trabajo que han sido los alumnos que he dirigido, he tratado de darles lo mejor de mí y solo ellos van a juzgar si soy bueno en lo que hago.  Me ha agradado tanto la docencia porque esta dentro de mis intereses desde hace bastante tiempo.

Como habrás leído hasta este momento puedes observar que no soy normalista o algo relacionado con esa profesión. Seguramente te preguntaras, ¿entonces que ha estudiado? En mi formación académica hasta el momento tengo las carreras en psicología y en desarrollo comunitario, así como la maestría en educación, estoy culminando el doctorado en ciencias de la educación y tengo muchas otras carreras y/o maestrías en mente que deseo estudiar: psicología laboral, psicología educativa, psicología deportiva, administración y dirección técnica de fútbol. Debo admitir que soy  una persona muy curiosa y que me gusta estudiar, capacitarme, formarme y aprender y siento que eso es lo más importante estar abierto al aprendizaje incluso de temas que no dominas o tienes nulo interés, todo conocimiento tiene una razón y debe ser utilizado o compartido.

Como puedes observar, mi formación académica y profesional es multidisciplinaria y te voy a abordar una semblanza sobre cada una de ellas dentro de mi ámbito principal de trabajo que es la educación:

·         Docente: Es un guía y facilitador en el proceso de aprendizaje. Dentro de sus principales funciones es planificar y organizar actividades educativas, evaluar el progreso de los estudiantes y brindar apoyo académico bajo una perspectiva de transmitir conocimientos especializados, pero también desempeñando un papel crucial en la construcción de un ambiente socioemocional apto en el aula y fuera de ella.

·         Psicólogo: Es un profesional especializado en el estudio del comportamiento humano y de la mente. Dentro de sus funciones en el área abarca la evaluación y el diagnostico hasta la intervención terapéutica y el asesoramiento emocional.  En el ámbito educativo, el psicólogo puede colaborar en la detección de dificultades de aprendizaje, el manejo de la conducta y el bienestar emocional de los estudiantes, entre otras cosas más.

·         Desarrollador comunitario: Es un profesional que trabaja para fortalecer y mejorar las condiciones sociales. Dentro de sus competencias incluye la identificación de las necesidades, la promoción de la participación ciudadana y la creación de programas que beneficien a la comunidad. En el contexto educativo, un desarrollador comunitario podría colaborar en proyectos que involucren a la escuela con su entorno, fomentando la inclusión y la participación de la comunidad, entre otras cosas.

·         Maestro en educación: Es un profesional con formación especifica en pedagogía y didáctica. Su objetivo es facilitar el aprendizaje de los estudiantes y contribuir a su desarrollo integral. Además de transmitir conocimientos, debe ser capaz de crear un ambiente propicio para la construcción de una vida emocional, fomentando la empatía y el respeto entre los estudiantes.

En resumen, estos roles se complementan para ofrecer una educación integral, considerando tanto los aspectos cognitivos como emocionales de los estudiantes. Cada uno desempeña un papel fundamental en la formación de individuos comprometidos con su comunidad y su entorno.

¡Saludos y bienvenidos a todos!

 

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