domingo, 14 de septiembre de 2025

El estrés de los profesores: la otra cara de la educación

 


La docencia es una de las profesiones más significativas para el desarrollo humano y social. Sin embargo, en las últimas décadas ha sido reconocida también como una de las ocupaciones más estresantes (Travers & Cooper, 1997). La presión constante de las reformas educativas, las crecientes demandas administrativas, la complejidad en la gestión del aula y la falta de reconocimiento social han generado un entorno laboral desafiante para los maestros.

Más que un problema individual, el estrés docente constituye un fenómeno estructural que compromete la salud mental y física de los educadores, afecta la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje y, en consecuencia, repercute en la formación de las nuevas generaciones.

¿Qué entendemos por estrés docente?

El estrés se define como un proceso dinámico de interacción entre la persona y su entorno, que se presenta cuando las demandas superan la capacidad de afrontamiento del individuo (Cox, 1978; Lazarus, 1981). En los maestros, este fenómeno se manifiesta en tres niveles principales:

  • Psicológico: ansiedad, frustración, depresión y baja autoestima.

  • Fisiológico: cefaleas, fatiga, insomnio, problemas cardiovasculares.

  • Conductual: absentismo, abandono de la profesión, consumo excesivo de alcohol o tabaco (Travers & Cooper, 1997).

Selye (1980) diferencia entre eustrés (positivo, que impulsa al desarrollo) y distrés (negativo, dañino). En el caso de los docentes, la mayoría de las experiencias señaladas corresponden al segundo tipo.

Causas del estrés en la docencia

Las investigaciones de Travers y Cooper (1997) en el Reino Unido muestran que los maestros enfrentan presiones tanto primarias (directamente relacionadas con el aula) como secundarias (de carácter social y estructural). Entre las más comunes se destacan:

  1. Cambios constantes en las políticas educativas: reformas curriculares, evaluaciones estandarizadas y nuevas formas de gestión escolar que generan incertidumbre.

  2. Sobrecarga laboral: preparación de clases, corrección de tareas, reuniones administrativas y falta de tiempo personal.

  3. Relaciones conflictivas: problemas con alumnos indisciplinados, padres poco colaboradores o falta de apoyo de los directivos.

  4. Disminución del respeto social: los docentes han pasado de ser figuras de autoridad respetada a convertirse, en algunos contextos, en blanco de críticas.

  5. Escasas oportunidades de promoción profesional: lo que contribuye a la desmotivación y a la sensación de estancamiento.

Consecuencias del estrés en el profesorado

El impacto del estrés prolongado no se limita al bienestar del docente, sino que repercute en el sistema educativo en su conjunto:

  • A nivel individual: agotamiento emocional (burnout), depresión, problemas de salud física y mental.

  • A nivel institucional: disminución del rendimiento académico de los alumnos, relaciones tensas en el entorno escolar, aumento del absentismo.

  • A nivel social: pérdida de docentes talentosos, abandono de la profesión y aumento de los costos en salud pública (Travers & Cooper, 1997).

De hecho, estudios internacionales señalan que entre el 30 % y el 90 % de los docentes experimentan altos niveles de estrés, con una tendencia creciente en sociedades de cambios acelerados (Hawkes & Dedrick, 1983; Kyriacou, 1987).

Estrategias de afrontamiento

El libro de Travers y Cooper (1997) plantea que el estrés docente no debe ser visto como una señal de debilidad, sino como un fenómeno prevenible y manejable si se adoptan estrategias a distintos niveles:

  • Individual: fomentar la autoeficacia, practicar técnicas de relajación, desarrollar habilidades de gestión del tiempo y fortalecer redes de apoyo personal.

  • Organizacional: mejorar la comunicación entre directivos y maestros, establecer políticas de acompañamiento docente, reconocer logros y redistribuir cargas de trabajo.

  • Institucional: generar políticas educativas más estables, con participación de los maestros en la toma de decisiones y programas de formación continua que preparen para los cambios sociales y tecnológicos.

Reflexión final

El estrés docente refleja una tensión entre las crecientes demandas sociales hacia la educación y los recursos limitados con que cuentan los profesores para responder a ellas. Reconocerlo no significa aceptar la derrota, sino abrir un camino hacia la mejora del bienestar laboral y la calidad educativa.

Invertir en la salud emocional de los maestros es, en última instancia, invertir en el futuro de la sociedad.


Referencias

Travers, C. J., & Cooper, C. L. (1997). El estrés de los profesores: La presión en la actividad docente. Paidós.



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