viernes, 30 de mayo de 2025

La Psicología de la Educación: Ciencia, Teoría y Práctica para la Comprensión Integral del Aprendizaje Humano

 


La psicología de la educación es una disciplina que ha evolucionado notablemente, al tiempo que ha enfrentado desafíos teóricos y metodológicos en su intento por convertirse en una ciencia consolidada. Su objeto de estudio —el proceso de enseñanza-aprendizaje— la sitúa en una posición estratégica entre la psicología y la educación, aportando marcos teóricos, técnicas de investigación y estrategias de intervención para mejorar la práctica docente en todos los niveles educativos.

Un recorrido histórico desde la filosofía hacia la ciencia aplicada

La psicología de la educación tiene raíces profundas en la tradición filosófica occidental. Pensadores como Platón y Aristóteles reflexionaron sobre el propósito de la educación, el papel del maestro y la naturaleza del conocimiento, estableciendo preguntas que aún hoy orientan el debate pedagógico (Paz Guerra & Peña Herrera, 2021, p. 9).

Durante el Renacimiento, Juan Luis Vives y Huarte de San Juan hicieron contribuciones significativas al proponer la evaluación individual y la orientación profesional como elementos centrales del proceso formativo. Posteriormente, en la modernidad, John Locke, Pestalozzi y Herbart marcaron una ruptura entre la filosofía especulativa y la ciencia empírica, preparando el terreno para una psicología educativa con vocación científica (p. 10).

La constitución formal de la disciplina

Entre 1880 y 1941, figuras como William James, Edward Thorndike, John Dewey y Alfred Binet impulsaron el nacimiento de una psicología de la educación basada en la objetividad, la medición y la aplicación del método experimental. Thorndike, por ejemplo, propuso “clarificar los fines educativos definiéndolos de modo mensurable y demostrando estadísticamente la probabilidad de lograrlos” (Paz Guerra & Peña Herrera, 2021, p. 12).

John Dewey, por su parte, ofreció una visión humanista al afirmar que el aprendizaje debe entenderse como una experiencia activa, en donde el estudiante “no es un recipiente vacío esperando a que lo llenen de conocimientos”, sino un sujeto participante en la construcción del saber (p. 16).

La psicología educativa como ciencia puente: entre la teoría y la práctica

Una de las principales fortalezas —y también desafíos— de esta disciplina ha sido su carácter híbrido. Como explican los autores, la psicología educativa “debe considerarse como un puente de unión entre dos tradiciones diferentes” (Paz Guerra & Peña Herrera, 2021, p. 14): la científica (teórica) y la educativa (práctica). Esta relación es crucial porque permite integrar marcos explicativos con herramientas pedagógicas, contribuyendo a una enseñanza más reflexiva y eficaz.

Diversidad teórica y construcción de un marco integrado

En lugar de una única teoría unificada, la psicología de la educación ha optado por integrar múltiples paradigmas. Esta diversidad responde al carácter dinámico de los fenómenos educativos y la naturaleza cambiante del ser humano. Por ello, “la teoría nunca llegará a completarse”, sino que debe entenderse como una construcción en constante evolución (Paz Guerra & Peña Herrera, 2021, p. 15).

Autores como James, Thorndike y Dewey contribuyeron a esta perspectiva al estudiar el aprendizaje en su contexto natural —el aula— y proponer que la retroalimentación basada en la observación directa debía orientar la acción docente.

La psicología de la educación y su objeto de estudio: el proceso de enseñanza-aprendizaje

El núcleo de esta ciencia es el estudio de los procesos de aprendizaje e instrucción. Sin embargo, tal como explican los autores, este proceso no puede analizarse de forma aislada, ya que involucra al alumno, al docente, las estrategias pedagógicas y los contenidos (Paz Guerra & Peña Herrera, 2021, p. 24).

El alumno es visto como un ser integral, con características cognitivas, afectivas, sociales y morales. El docente, por su parte, influye no solo a través de métodos explícitos, sino también mediante su “agenda oculta”: actitudes, expectativas y emociones que inciden en los resultados académicos (p. 24).

La investigación en psicología educativa: método y rigor

El conocimiento en esta disciplina se construye a partir del método científico, combinando la lógica inductiva y deductiva en lo que se conoce como el “método hipotético-deductivo” (Paz Guerra & Peña Herrera, 2021, p. 27). La aplicación del método experimental permite controlar variables, establecer relaciones causales y generar intervenciones pedagógicas eficaces.

Además, la psicología educativa incorpora técnicas correlacionales, observacionales y cuasi-experimentales que, si bien pueden sacrificar algo de control, aportan validez ecológica y permiten investigar fenómenos en contextos reales como la escuela o la familia.

El enfoque contemporáneo: multidisciplinar, contextual y humano

A partir de la década de 1950, la psicología de la educación dejó de ser la “única ciencia de la educación” al incorporarse otras disciplinas como la sociología, la economía y la historia de la educación. Esto exigió redefinir sus límites y reafirmar su objeto de estudio.

Actualmente, se reconoce que la psicología educativa “no solo persigue los aprendizajes escolares, sino también el desarrollo social, emocional y moral” del alumno (Paz Guerra & Peña Herrera, 2021, p. 21). Esta visión integral aboga por una educación humanizadora, contextualizada y centrada en la persona.

Conclusión: una ciencia viva, en constante construcción

La psicología de la educación no es una ciencia cerrada ni acabada. Por el contrario, se trata de un campo dinámico, que se adapta a los cambios sociales, culturales y tecnológicos. Como toda ciencia aplicada, su desafío es mantener la rigurosidad teórica sin perder de vista su finalidad práctica: mejorar los procesos educativos en todos sus niveles y contextos.

En palabras de los autores: “Cada generación de psicólogos de la educación debe tomar como punto de partida los hallazgos de las generaciones anteriores, siendo conscientes de que sus elaboraciones no representan una garantía absoluta de solución, sino simplemente la aproximación más completa a un problema” (Paz Guerra & Peña Herrera, 2021, p. 15).


Referencia

Paz Guerra, S., & Peña Herrera, B. (2021). Psicología de la educación. Quito: Universidad Politécnica Salesiana / Editorial Abya-Yala.





jueves, 29 de mayo de 2025

La Investigación-Acción Educativa: Un Camino Transformador para la Práctica Docente


Introducción

En un mundo donde los sistemas educativos enfrentan desafíos complejos y cambiantes, se hace imprescindible contar con herramientas que permitan a los docentes repensar y transformar su práctica desde un enfoque crítico, contextualizado y participativo. La Investigación-Acción Educativa (IAE) es una de esas herramientas, pues permite abordar los problemas reales del aula con el propósito de mejorar la calidad educativa de manera colaborativa.

Más allá de ser un método de investigación, la IAE es una filosofía de trabajo, un compromiso ético-político que empodera a los actores educativos para convertirse en protagonistas del cambio.


¿Qué es la Investigación-Acción Educativa?

La Investigación-Acción Educativa es una metodología de investigación cualitativa orientada a la mejora de la práctica educativa desde la propia experiencia de los actores escolares. Según Rodríguez Sosa (s.f.), esta consiste en:

"Una forma de investigación social con base empírica que se lleva a cabo con y por los participantes, con el objetivo explícito de mejorar sus prácticas, su comprensión de estas y las situaciones en que se llevan a cabo" (p. 7).

Es decir, la IAE no se limita a observar o analizar un fenómeno, sino que lo interviene, transforma y mejora con la participación activa de quienes lo viven. Se trata de una metodología que rompe con la separación entre teoría y práctica, ciencia y acción, investigador e investigado.

Raíces y evolución

La IAE encuentra sus raíces en los trabajos del psicólogo social Kurt Lewin en la década de 1940, quien propuso un modelo de investigación que integraba la planificación, acción y evaluación como un ciclo continuo. Más adelante, autores como Stephen Kemmis, Wilfred Carr, John Elliott y Lawrence Stenhouse ampliaron el enfoque al ámbito educativo, haciendo énfasis en el papel transformador del docente-investigador.

Principios y características esenciales

Entre los principios básicos de la IAE se destacan los siguientes:

Participación democrática: La investigación se realiza con los actores, no sobre ellos.
Reflexividad crítica: La práctica educativa se analiza, cuestiona y replantea a partir de la reflexión colectiva.
Transformación de la realidad: No basta con entender los problemas del aula, es necesario intervenirlos y modificarlos.
Carácter cíclico y sistemático: La IAE se desarrolla en espirales de acción-reflexión que permiten avanzar progresivamente en la mejora educativa.
Construcción colectiva del conocimiento: Los saberes de la comunidad educativa son tan valiosos como los de la academia formal.

Como señala Rodríguez Sosa (s.f.):

“El sujeto que investiga es el mismo que actúa, el mismo que reflexiona y el mismo que decide sobre las mejoras a realizar en su práctica pedagógica” (p. 9).

Fases de la Investigación-Acción Educativa

La IAE se estructura en ciclos, que no necesariamente son lineales, sino espirales y flexibles. Rodríguez Sosa (s.f.) propone las siguientes etapas:

1. Identificación del problema

Parte de una situación problemática dentro del aula o la escuela, detectada por los propios actores. No se trata de elegir cualquier tema, sino aquel que genera inquietud, malestar o necesidad urgente de mejora.

Ejemplo: un docente identifica que sus estudiantes tienen poca participación en clase y desea explorar nuevas estrategias de enseñanza.

2. Planificación de la acción

Se diseñan estrategias de intervención que respondan al problema. Esto incluye establecer objetivos, actividades, recursos, tiempos y criterios de evaluación.

Ejemplo: implementar técnicas de aprendizaje cooperativo para fomentar la participación.

3. Implementación de la acción

Se lleva a cabo la intervención educativa, procurando documentar todos los pasos del proceso con observaciones, registros, diarios, entrevistas, etc.

4. Observación sistemática

Se recopilan evidencias sobre cómo está funcionando la estrategia, qué cambios ocurren y qué resistencias o logros se presentan.

5. Reflexión y evaluación

Se analizan los resultados, se identifican logros y dificultades, y se decide si es necesario repetir el ciclo con ajustes.

Este proceso no termina con una sola intervención. Por el contrario, da pie a nuevas preguntas, lo que convierte a la IAE en un proceso continuo de mejora y transformación

Ventajas y aportaciones de la IAE

La Investigación-Acción Educativa ofrece múltiples beneficios:

Empodera a los docentes: Los convierte en investigadores activos y constructores de saberes sobre su práctica.

Responde a contextos específicos: No aplica soluciones genéricas, sino que se adapta a las realidades concretas de cada comunidad escolar.

Fortalece el trabajo colaborativo: Promueve la participación de todos los actores, creando comunidades de aprendizaje profesional.

Genera conocimientos aplicables: Produce teorías prácticas que pueden ser útiles para otras escuelas en contextos similares.

Además, permite superar la lógica de imposiciones externas en materia educativa, fomentando una autonomía pedagógica comprometida y crítica.

Retos y consideraciones éticas

Implementar procesos de IAE no está exento de desafíos. Algunos de los más comunes son:

Falta de tiempo y recursos: La sobrecarga administrativa y docente puede dificultar la dedicación requerida para investigar.

Resistencia al cambio: A veces los colegas o autoridades educativas muestran desconfianza hacia metodologías no tradicionales.

Necesidad de formación: No todos los docentes tienen experiencia previa en investigación.

Es fundamental asumir el compromiso ético de trabajar con respeto, transparencia y horizontalidad, cuidando la confidencialidad y la integridad de los participantes.

Aplicaciones reales y contexto mexicano

En México, la IAE ha cobrado fuerza especialmente en proyectos de formación continua docente, educación indígena, evaluación formativa, innovación didáctica y construcción de comunidades de aprendizaje. Diversas universidades y colectivos han impulsado líneas de trabajo basadas en este enfoque, reconociendo que las mejores soluciones educativas nacen desde la escuela misma.

En este sentido, la IAE no solo responde a problemas pedagógicos, sino que también permite resistir lógicas tecnocráticas y promover una educación humanista, situada y emancipadora

Conclusión

La Investigación-Acción Educativa representa un enfoque poderoso para repensar la educación desde una perspectiva ética, crítica y transformadora. Al articular la reflexión con la acción, permite a los actores educativos construir respuestas innovadoras a los desafíos que enfrentan, fortaleciendo su autonomía profesional y su compromiso con una educación de calidad y con sentido social.

Como educadores, estamos llamados no solo a reproducir conocimientos, sino a cuestionar nuestras prácticas, colaborar con otros y transformar nuestras escuelas en espacios vivos de aprendizaje y justicia

Referencia

Rodríguez Sosa, J. (s.f.). La investigación acción educativa. ¿Qué es‽ ¿Cómo se hace‽ [Archivo PDF].












 

miércoles, 28 de mayo de 2025

La escuela ante los desafíos del siglo XXI: Nuevas realidades, nuevas respuestas


En las primeras décadas del siglo XXI, la escuela se ha visto inmersa en una profunda transformación social, cultural y tecnológica. Este proceso ha generado nuevas tensiones y responsabilidades que desafían las formas tradicionales de enseñar y educar. En su obra Desafíos a la escuela del siglo XXI, Jaume Sarramona (2002) realiza una reflexión integral sobre los cambios estructurales que afectan a la institución escolar y propone líneas de acción orientadas a su renovación. 
En esta perspectiva, la familia se reconoce como un factor clave para la calidad educativa. No sólo por su nivel socioeconómico, sino sobre todo por su “capital social”: la estabilidad del entorno familiar, la preocupación por la educación de los hijos, la comunicación con los docentes y la participación en la vida escolar (Sarramona, 2002, p. 31). Es decir, el éxito escolar está vinculado no solo a lo que sucede en el aula, sino también a la implicación activa de las familias

La transformación de la familia y su impacto en la escuela

Uno de los cambios más determinantes ha sido el que afecta a la familia. En contraste con el modelo tradicional multigeneracional, en el que predominaba la figura paterna como autoridad, hoy encontramos estructuras más diversas: familias monoparentales, reconstituidas, con hijos únicos o parejas del mismo sexo. Esta transformación ha implicado un desplazamiento progresivo de las funciones educativas desde la familia hacia la escuela (Sarramona, 2002, p. 15).

Además, la incorporación de la mujer al mundo laboral, el control de la natalidad y la mayor longevidad han alterado la lógica interna del hogar, reduciendo el tiempo disponible para la crianza y aumentando la demanda de servicios escolares desde edades cada vez más tempranas. La escuela, en este nuevo contexto, se convierte en el principal agente de socialización y debe responder con servicios complementarios como comedor, transporte, actividades extraescolares y atención personalizada (Sarramona, 2002, pp. 19–20).

Calidad educativa: más allá del rendimiento académico

La noción de “calidad” en educación ha adquirido múltiples significados. Para algunos, se refiere al dominio de contenidos; para otros, a la formación moral o la preparación para el mundo laboral. Sarramona (2002) propone una visión amplia que integre tanto los resultados académicos como los valores, la equidad, la inclusión y la capacidad de adaptación a los contextos cambiantes (p. 29).

Nuevas tecnologías y multiplicidad de fuentes informativas

La escuela ha dejado de ser el único canal de acceso al conocimiento. La expansión de internet y de los dispositivos tecnológicos ha multiplicado las fuentes informativas, obligando a los educadores a replantear su rol: más que transmisores de contenidos, deben convertirse en guías que ayuden a los estudiantes a seleccionar, interpretar y aplicar la información de forma crítica (Sarramona, 2002, pp. 49–52).

La escuela debe también convertirse en una “organización que aprende”, capaz de reflexionar sobre su propia práctica, de innovar y de adaptarse a los cambios de la sociedad. Este enfoque implica una cultura institucional orientada al trabajo en equipo, a la autoevaluación y al mejoramiento continuo

Globalización, pluralismo y pérdida de valores tradicionales

La globalización ha tenido un doble efecto sobre la escuela: por un lado, ha aumentado la movilidad, la diversidad cultural y la necesidad de una educación intercultural; por otro, ha generado incertidumbre, competencia y desigualdad. La convivencia de ideologías distintas en una misma sociedad exige formar a los estudiantes en la tolerancia, el respeto y la ciudadanía global (Sarramona, 2002, pp. 63–65).

Simultáneamente, se percibe una pérdida de los valores tradicionales. La escuela se ve obligada a abordar temas como la violencia, la educación para la paz, la sostenibilidad ambiental, el consumo responsable y la resolución pacífica de conflictos. Sarramona (2002) señala que la escuela no debe limitarse a reaccionar, sino asumir un papel activo en la construcción de un nuevo orden ético y social (pp. 72–79).

Nuevos vínculos con el mundo laboral

Los cambios en el mercado laboral exigen que la escuela prepare a los jóvenes no sólo para empleos específicos, sino para un mundo cambiante, donde se valora la adaptabilidad, el pensamiento crítico, la capacidad de aprender a lo largo de la vida y las habilidades socioemocionales. Ya no basta con dominar contenidos: es necesario desarrollar competencias transferibles y actitudes emprendedoras (Sarramona, 2002, p. 99).

Autonomía, descentralización y participación comunitaria

Uno de los procesos más significativos en los sistemas educativos es la descentralización. La transferencia de responsabilidades hacia los gobiernos locales y hacia los propios centros escolares ha generado nuevas formas de gestión y participación. La autonomía escolar, entendida como la capacidad de cada institución para tomar decisiones organizativas y pedagógicas, se fortalece cuando se combina con la rendición de cuentas y la colaboración con las familias y autoridades locales (Sarramona, 2002, pp. 33–35).

Conclusiones

La escuela del siglo XXI no puede ser una réplica de la del siglo pasado. Los cambios en la estructura familiar, las nuevas demandas sociales, el avance de la tecnología y el pluralismo ideológico exigen una renovación profunda del sistema educativo. Como advierte Sarramona (2002), la escuela debe dejar de ser una institución reactiva y convertirse en un agente activo de transformación social.

Frente a los desafíos contemporáneos, el camino pasa por una escuela inclusiva, flexible, colaborativa, crítica y profundamente humana. Una escuela que, en palabras del autor, no se limite a reproducir el presente, sino que contribuya activamente a construir el futuro.

Referencia

Sarramona, J. (2002). Desafíos a la escuela del siglo XXI. Ediciones Octaedro.



 

martes, 27 de mayo de 2025

Los rasgos más valorados del desempeño docente según los estudiantes universitarios

 



La evaluación del desempeño docente es una práctica cada vez más común en las instituciones de educación superior. Lejos de ser una simple herramienta administrativa, constituye un elemento clave para mejorar la calidad de la enseñanza, fortalecer la rendición de cuentas y orientar la toma de decisiones institucionales. Un reciente estudio realizado en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx) ofrece una valiosa perspectiva: la voz de los estudiantes sobre los rasgos más importantes a evaluar en sus profesores.

Una mirada desde los estudiantes

La investigación, llevada a cabo por Sánchez Rincón (2021), tuvo como objetivo identificar los principales rasgos del desempeño docente desde la opinión estudiantil, con base en cuatro dimensiones: personal, disciplinar, didáctico-pedagógica y profesional. El estudio se desarrolló con un enfoque cuantitativo, encuestando a 204 estudiantes de dos programas de licenciatura (Ciencias de la Educación y Comunicación e Innovación Educativa).

Dimensión personal: el respeto como eje fundamental

Los resultados muestran que el respeto del docente hacia los estudiantes fue el rasgo mejor valorado, considerado “excelente”. La atención individual y la motivación para asistir a tutorías también fueron calificadas positivamente, aunque se observó una menor valoración hacia la dedicación del docente fuera del aula (Sánchez Rincón, 2021). Coincidiendo con otros autores, se confirma que las cualidades personales como la empatía y el respeto son fundamentales para un buen desempeño docente (Cabalín et al., 2010; Casero, 2016).

Dimensión disciplinar: dominio del contenido

El dominio del contenido de la materia por parte del docente fue categóricamente valorado como “excelente”. Este hallazgo coincide con diversos estudios que enfatizan que la experticia en la disciplina es una condición básica para una docencia efectiva (Fernández & Luna, 2004; Galván & Farías, 2018).

Dimensión didáctico-pedagógica: planeación y claridad

La planeación de clases, la claridad en la exposición, el uso de distintos medios de enseñanza y la transparencia en los criterios de evaluación fueron algunos de los aspectos mejor valorados dentro de esta dimensión. No obstante, el fomento del trabajo colaborativo y la elaboración de organizadores gráficos fueron aspectos que recibieron calificaciones relativamente más bajas, lo que sugiere un área de mejora, especialmente en modelos educativos basados en el aprendizaje sociocultural (Díaz-Barriga & Hernández, 2010).

Dimensión profesional: puntualidad y compromiso

Finalmente, en la dimensión profesional, los estudiantes valoraron altamente la puntualidad, la asistencia regular y el cumplimiento de horarios por parte de los docentes. Aunque cumplir con el calendario no garantiza el aprendizaje por sí solo, estos aspectos son percibidos como signos de compromiso y profesionalismo (Hickman et al., 2016; Perrenoud, 2008).

Reflexiones finales

Este estudio demuestra que los estudiantes pueden ser evaluadores válidos del desempeño docente, siempre que el instrumento sea confiable y contextualizado. Más allá de cifras, los resultados reflejan expectativas claras: un buen docente debe conjugar conocimiento, habilidades pedagógicas, responsabilidad institucional y una actitud respetuosa hacia el estudiante.

En definitiva, la evaluación del desempeño docente no debe ser vista como un juicio punitivo, sino como una oportunidad para reflexionar y crecer profesionalmente. Escuchar la voz de los estudiantes puede ser un excelente punto de partida.

Referencias 

Cabalín, D., Navarro, N., Zamora, J., & San Martin, S. (2010). Concepción de Estudiantes y Docentes del Buen Profesor Universitario. Int. J. Morphol., 28(1), 283-290. http://dx.doi.org/10.4067/S0717-95022010000100042

Casero, A. (2016). Deconstrucción del “buen profesor”. Revista Electrónica de Investigación y Evaluación Educativa, 22(2). http://dx.doi.org/10.7203/relieve.22.2.9419

Díaz-Barriga, F., & Hernández, G. (2010). Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. Una interpretación constructivista. McGrawHill.

Fernández, E., & Luna, E. (2004). Evaluación de la docencia y el contexto disciplinario. Revista Mexicana de Investigación Educativa, 9(23), 891–911. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=14002306

Galván, J. O., & Farías, G. M. (2018). Características personales y práctica docente de profesores universitarios. Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 11(2), 9-33. https://doi.org/10.15366/riee2018.11.2.001

Hickman, H., Alarcón, M. E., Cepeda, M. L., Cabrera, R., & Torres, X. K. (2016). Significado de un buen profesor. Revista Electrónica de Educación. https://sinectica.iteso.mx/index.php/SINECTICA/article/view/636

Perrenoud, P. (2008). La evaluación de los alumnos. De la producción de la excelencia a la regulación de los aprendizajes. Buenos Aires: Colihue.

Sánchez Rincón, R. (2021). Los rasgos a evaluar en el desempeño docente. La voz de los estudiantes. Espacio I+D: Innovación más Desarrollo, 10(28). https://doi.org/10.31644/IMASD.28.2021.a05


lunes, 26 de mayo de 2025

¿Qué esperan los alumnos de su profesor? Una mirada desde la investigación educativa


La educación superior se encuentra en constante transformación, impulsada por cambios tecnológicos, sociales y culturales. En este contexto dinámico, es fundamental preguntarse: ¿qué esperan los alumnos de su profesor? ¿Qué cualidades, actitudes y habilidades son valoradas por quienes ocupan el rol de aprendientes en el aula universitaria? Comprender estas expectativas no solo fortalece la práctica docente, sino que también contribuye al éxito académico y profesional del estudiantado.

Más allá del conocimiento: el rol del docente como guía

Tradicionalmente, se ha considerado al docente como un transmisor de conocimientos. Sin embargo, los estudiantes actuales esperan mucho más que eso. De acuerdo con el estudio de López Gopar y Pérez Gómez (2020), los alumnos universitarios valoran que sus profesores desempeñen un rol más humano y cercano. Esperan encontrar en sus maestros no solo expertos en contenido, sino también mentores que inspiren, acompañen y promuevan el pensamiento crítico y la autonomía.

Las cualidades más valoradas por los estudiantes

En un estudio realizado por Andueza López (2021), se identifican varias cualidades clave que los estudiantes universitarios esperan de sus docentes:

  • Claridad en la exposición: La capacidad de explicar de forma estructurada y comprensible los contenidos curriculares es una de las cualidades más valoradas.

  • Capacidad de motivar: Un buen profesor es aquel que despierta el interés por aprender y genera entusiasmo en sus estudiantes.

  • Accesibilidad y empatía: La disposición para escuchar, comprender y acompañar al alumno en sus procesos personales y académicos es fundamental.

  • Actualización constante: Los estudiantes valoran a los profesores que se mantienen al día con los avances de su disciplina y adaptan sus métodos a los contextos actuales.

La dimensión emocional del aprendizaje

En un entorno universitario muchas veces marcado por el estrés, la incertidumbre y la presión por el rendimiento, el vínculo emocional entre profesor y alumno cobra gran relevancia. Según Conejero-Amorós et al. (2009), la percepción que tiene un estudiante sobre su profesor puede afectar directamente su rendimiento académico. La confianza, la percepción de justicia en la evaluación, y la sensación de ser valorado son aspectos que impactan la permanencia o el abandono de una asignatura.

Las expectativas varían según el contexto y la experiencia

Un hallazgo interesante señalado por López Gopar y Pérez Gómez (2020) es que las expectativas de los estudiantes no son homogéneas. Estas se ven influenciadas por factores como la trayectoria escolar previa, el contexto institucional, la cultura escolar, el género e incluso la etapa de formación en la que se encuentran. Así, por ejemplo, los alumnos de primer ingreso suelen valorar más la organización y claridad, mientras que los más avanzados priorizan la capacidad crítica y el acompañamiento para el desarrollo profesional.

Desarrollo de competencias profesionales: una exigencia del presente

El mercado laboral actual exige que los egresados universitarios cuenten con habilidades para el trabajo colaborativo, la comunicación efectiva, el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Los alumnos esperan que sus docentes los preparen no solo para aprobar exámenes, sino para enfrentar la vida laboral con herramientas sólidas. Guevara y Belelli (2009) destacan que los estudiantes valoran que se les brinden experiencias de aprendizaje significativas que integren teoría y práctica, lo que requiere de una docencia comprometida, innovadora y reflexiva.

Retos para la docencia universitaria

Responder a estas expectativas implica importantes desafíos para la docencia. No se trata solo de adoptar nuevas tecnologías o metodologías, sino de repensar el rol docente desde una ética del cuidado y la responsabilidad. El profesor universitario debe ser, como afirma Paulo Freire, un “intelectual comprometido con la transformación social”, capaz de reconocer la diversidad del alumnado y construir saberes de manera dialógica.

Conclusión: hacia una docencia centrada en el estudiante

En suma, los alumnos esperan de sus profesores un equilibrio entre conocimiento disciplinar, habilidades pedagógicas y sensibilidad humana. Esperan claridad, motivación, empatía, compromiso y preparación para la vida profesional. Atender estas expectativas no significa ceder a demandas pasajeras, sino comprender las necesidades reales del estudiantado y construir experiencias educativas que potencien su desarrollo integral.

Como docentes, tenemos la oportunidad de transformar el aula en un espacio de encuentro, crecimiento y emancipación. Escuchar a nuestros alumnos es el primer paso para lograrlo.


Referencias

 

viernes, 23 de mayo de 2025

🎓 Día del Estudiante en México: Memoria, Autonomía y Futuro

 


El 23 de mayo es una fecha emblemática en México, dedicada a honrar la lucha estudiantil que en 1929 marcó un hito en la historia de la educación superior del país. Este día conmemora el movimiento que condujo a la autonomía universitaria, un logro que transformó la relación entre el Estado y las instituciones educativas.

📚 El Movimiento Estudiantil de 1929

En 1929, los estudiantes de la Universidad Nacional de México (hoy UNAM) se movilizaron en respuesta a reformas impuestas sin consulta, como la ampliación de la educación preparatoria y cambios en los exámenes profesionales. La negativa de las autoridades a dialogar llevó a los estudiantes a declarar una huelga indefinida, marcando el inicio de un movimiento que exigía la autonomía universitaria y la libertad de cátedra .

El 23 de mayo, durante una manifestación en la Escuela de Derecho, se produjo un enfrentamiento entre estudiantes y fuerzas del orden, resultando en varios heridos. Este evento intensificó la protesta y generó solidaridad entre diferentes facultades y escuelas .

🏛️ La Autonomía Universitaria

La presión estudiantil llevó al presidente Emilio Portes Gil a intervenir, y el 10 de julio de 1929 se promulgó la ley que otorgó autonomía a la Universidad Nacional. Este cambio permitió a la universidad gobernarse a sí misma, elegir a sus autoridades y definir sus planes de estudio sin intervención gubernamental .

Este logro se inscribe en un contexto más amplio de movimientos estudiantiles en América Latina durante los años 20, que buscaban democratizar la educación y modernizar las estructuras universitarias .

🌍 Conmemoraciones Internacionales

El Día del Estudiante se celebra en distintas fechas alrededor del mundo, reflejando luchas locales por la educación y los derechos estudiantiles. Por ejemplo, el 17 de noviembre se conmemora el Día Internacional del Estudiante, en memoria de los estudiantes checoslovacos asesinados en 1939 por oponerse al régimen nazi .

🎉 Celebraciones Actuales

Hoy en día, el 23 de mayo se celebra en México con diversas actividades en escuelas y universidades, recordando la importancia de la participación estudiantil en la construcción de una educación libre y autónoma. Es una oportunidad para reflexionar sobre los derechos y responsabilidades de los estudiantes en la sociedad actual.


📚 Referencias

Álvarez del Villar, G. (2019). 23 de mayo, Día del Estudiante. Gaceta UNAM. Recuperado de https://www.gaceta.unam.mx/23-de-mayo-dia-del-estudiante/

Chavelas Mendoza, J. A. (2021). El Día del Estudiante, el movimiento estudiantil de 1929 y la autonomía universitaria en México. Recuperado de https://www.researchgate.net/publication/374228999_El_Dia_del_Estudiante_el_movimiento_estudiantil_de_1929_y_la_autonomia_universitaria_en_Mexico

Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). (2023). Día del Estudiante: Conmemoración al movimiento estudiantil de 1929 por la autonomía. Recuperado de https://www.cndh.org.mx/noticia/dia-del-estudiante-conmemoracion-al-movimiento-estudiantil-de-1929-por-la-autonomia

 Marsiske, R. (2007). Crónica del movimiento estudiantil de México en 1929. Historia de la Educación Latinoamericana, (9), 13-34. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3302253.pdf

Universidad de Oriente. (s.f.). Exposición sobre el Día Internacional de los Estudiantes. Recuperado de https://referenciaict.uo.edu.cu/sites/default/files/nov%20Exposicion%20sobre%20el%20dia%20internacional%20de%20los%20estudiantes.pdf



miércoles, 21 de mayo de 2025

Hábitos Saludables y su Impacto en el Rendimiento Académico Universitario

 






Producto de Aprendizaje de la materia de Seminario de Investigación I de la Carrera en Ciencias de la Educación Octavo Cuatrimestre Modalidad Mixta de la Universidad Vizcaya de las Américas Campus Durango.
Este articulo científico y su difusión cuenta con la aprobación de sus autoras principales y fueron asesoradas y con coautoría de quien suscribe este blog.
El objetivo es promocionar y difundir el trabajo realizado por las autoras durante el periodo enero- abril 2025. 

Hábitos Saludables Y Su Impacto En El Rendimiento Académico Universitario

Maldonado Marín Carolina 1

Ortiz Miranda Ximena 2

Reyes Muñoz Fátima Gabriela  3

Santellanes Burciaga Rosa Guadalupe 4

 

1 universidad Vizcaya de las Américas Campus Durango Licenciatura en Ciencias de la Educación, e-mail: caro.maldonadomarin@gmail.com

2 universidad Vizcaya de las Américas Campus Durango Licenciatura en Ciencias de la Educación, e-mail: ortizmirandaximena@gmail.com

3 universidad Vizcaya de las Américas Campus Durango Licenciatura en Ciencias de la Educación, e-mail: fatymareyes2004@gmail.com

4 universidad Vizcaya de las Américas Campus Durango Licenciatura en Ciencias de la Educación, e-mail: rosasantellanes906@gmail.com

 

 

Línea de Investigación: Educación en campos disciplinares

Área temática: Educación para la salud  

 

RESUMEN:

Los hábitos saludables juegan un papel fundamental en el rendimiento académico de los estudiantes. Factores como la organización del tiempo, la planificación de actividades y el entorno de estudio influyen directamente en el aprendizaje y la eficiencia en el proceso educativo. Este estudio analiza la relación entre los hábitos de estudio y el desempeño académico, identificando prácticas que pueden mejorar los resultados escolares.El objetivo de este estudio es analizar la relación entre los hábitos de estudio de los estudiantes y su impacto en el rendimiento académico. Busca identificar qué prácticas favorecen un mejor desempeño escolar y cuáles pueden ser perjudiciales, con el fin de proporcionar estrategias que optimicen el aprendizaje y la organización del tiempo de estudio.

 

Palabras clave: Hábitos saludables, Rendimiento académico, Estudiantes universitarios, Alimentación, Actividad física, Sueño, Concentración, Memoria, Desempeño escolar y Factores de impacto

 

ABSTRACT:

 

Healthy habits play a crucial role in students’ academic performance. Factors such as time management, activity planning, and the study environment directly influence learning and efficiency in the educational process. This study examines the relationship between study habits and academic performance, identifying practices that can enhance school outcomes. The goal of this study is to analyze the connection between students’ study habits and their impact on academic performance. It aims to identify which practices contribute to better school performance and which may be detrimental, in order to provide strategies that optimize learning and study time management.

 

Key words: Healthy habits, Academic performance, University students, Nutrition, Physical activity, Sleep, Concentration, Memory, School performance and Impact factors

 

 

INTRODUCCIÓN

En la actualidad, se ha observado que muchos estudiantes presentan dificultades en su rendimiento académico, lo cual puede estar relacionado con los hábitos que mantienen en su vida diaria. Específicamente, los hábitos de sueño, alimentación y ejercicio podrían influir en su desempeño escolar. Por esta razón, se planteó la realización de esta investigación, con el objetivo de determinar si los hábitos de vida de un estudiante inciden en sus calificaciones o si su impacto no es tan significativo como suele suponerse.

Estudios previos señalan que los jóvenes que mantienen buenos hábitos tienden a obtener mejores calificaciones (González y Pérez, 2021), lo cual resulta relevante, ya que muchos estudiantes no son conscientes de esta relación o no le otorgan la importancia necesaria. Asimismo, es común identificar hábitos negativos entre estudiantes universitarios, lo que podría estar vinculado al bajo rendimiento académico que presentan.

La presente investigación adquiere relevancia al evidenciar cómo los hábitos diarios pueden influir en el desempeño académico de los estudiantes universitarios. Se espera que los resultados obtenidos proporcionen información útil para comprender mejor esta relación y sirvan como base para el desarrollo de estrategias o recomendaciones que contribuyan a mejorar el rendimiento escolar dentro de la comunidad universitaria. El objetivo general de este estudio es analizar la relación entre los hábitos de vida y el rendimiento académico de los estudiantes universitarios.  En conclusión, el tema resulta de gran importancia, ya que está directamente vinculado con el éxito académico y, en muchas ocasiones, es ignorado. Comprender esta relación puede ser útil tanto para los estudiantes como para las instituciones educativas interesadas en optimizar sus resultados académicos

 

DESARROLLO

 

Diversos estudios ofrecen información abundante y detallada sobre el rendimiento académico, la cual resulta útil para adoptar decisiones y llevar a cabo políticas que mejoren los niveles educativos. El gran interés que suscita este tema, tanto a nivel social y académico como económico, ha generado una gran cantidad de estudios centrados en la búsqueda de factores que afectan de manera directa o indirecta al rendimiento académico. Uno de estos factores son los hábitos saludables, tales como el sueño, la alimentación y el ejercicio físico, los cuales pueden influir en la manera en que los estudiantes aprenden y cómo se desempeñan académicamente. Además, se ha observado que otros aspectos como la gestión del tiempo, la organización de tareas y la estabilidad emocional también pueden jugar un papel clave en el desempeño de los estudiantes, lo que resalta aún más la importancia de mantener un estilo de vida equilibrado.

A través de esta investigación, se pretende entender en mayor profundidad la relación que existe entre los hábitos y el rendimiento académico, observando así si es que los hábitos saludables, como lo son la alimentación adecuada, el sueño necesario o reparador y la actividad física, influyen directamente o no en las capacidades mentales como la memoria, la atención, la concentración y el aprendizaje, las cuales están directamente relacionadas con el rendimiento académico de los estudiantes. De esta manera, es realmente fundamental realizar un análisis detallado que permita identificar si los estudiantes universitarios mantienen hábitos saludables o si enfrentan dificultades para llevar un estilo de vida adecuado debido a su carga de responsabilidades académicas, laborales y personales. También es relevante considerar otros factores que pueden intervenir en esta relación, como el nivel de estrés, la ansiedad o incluso el acceso a espacios y recursos adecuados para el desarrollo de hábitos saludables.

Este es un tema muy importante, además de ser significativo y relevante para los estudiantes, porque muchos universitarios enfrentan diversas dificultades para mantener hábitos de vida saludables debido a la carga y la exigencia académica que conlleva estudiar una carrera universitaria. Para algunos, también se les suman numerosas dificultades laborales y personales, como otras responsabilidades que se presentan en el día a día, lo cual dificulta aún más la adopción de hábitos que favorezcan su salud en el diario vivir. Se considera que, si se logra demostrar que tener hábitos saludables puede ayudar a los jóvenes universitarios a mejorar en la escuela, esto podría motivar a los estudiantes y a otros jóvenes a realizar cambios en su rutina diaria, haciéndolos así más conscientes de la importancia de cuidar su salud. Así mismo, podría ser una oportunidad para fomentar un cambio de mentalidad en la comunidad universitaria y en los propios estudiantes, quienes podrían adquirir una mayor responsabilidad sobre su bienestar y su desempeño académico.

Además, se cree que este estudio puede tener un impacto significativo en el ámbito escolar y se considera que es de suma importancia ya que no solo pondría en evidencia la íntima relación de los hábitos y el desempeño académico, sino que también podría incentivar a las universidades a implementar programas de apoyo y capacitarse para promover así un estilo de vida saludable, con el fin de realmente cambiar la situación que viven los estudiantes. Lograr esto no solo beneficiaría a los jóvenes en su etapa universitaria, sino que también podría influir en su futuro profesional, dotándolos de herramientas para llevar una vida más equilibrada y saludable. De esta forma, se lograría obtener resultados favorables y generar un cambio no solo en los estudiantes, sino también en la mentalidad que se presenta y el accionar de la sociedad en general, promoviendo así un impacto positivo a largo plazo.

 

OBJETIVO GENERAL Y OBJETIVOS ESPECIFICOS

Objetivo General

Explorar la correlación entre los hábitos saludables y el rendimiento académico.

 

Objetivos Específicos

 

·         Analizar la relación entre los hábitos saludables en estudiantes universitarios y su rendimiento académico, con el objetivo de promover la salud física y mejorar su desempeño educativo.

·         Identificar si estudiantes universitarios llevan hábitos de vida saludable

·         Proponer estrategias para fomentar hábitos de vida saludables en los estudiantes universitarios.

 

OBJETIVO DE ESTUDIO

 

El no tener estilos de vida adecuados conlleva de una forma considerable a la mala salud, estando directamente relacionados con hábitos alimenticios inadecuados, el sedentarismo, el consumo de alcohol, tabaco, la falta de horas de ocio, la falta de horas de sueño y otros factores de riesgo. Estas condiciones pueden derivar en problemas de salud a largo plazo, afectando no solo el bienestar físico, sino también el estado mental y emocional de las personas. Llevar un estilo de vida inadecuado al carecer de hábitos saludables ha generado una gran preocupación tanto en instituciones internacionales como nacionales, las cuales buscan intervenir en la población universitaria para promover estilos de vida más equilibrados al adquirir hábitos saludables y concientizar sobre su importancia en la prevención de diversas enfermedades. Para ello, han impulsado programas de concienciación y prevención que buscan educar a los jóvenes sobre los riesgos de una vida poco saludable y los beneficios de adoptar hábitos positivos.

De tal manera, la Organización Mundial de la Salud menciona que existen múltiples factores que predisponen la aparición de enfermedades crónicas no transmisibles, tales como el consumo de tabaco, la inactividad física, el consumo excesivo de alcohol, pocas horas de sueño, el estrés constante, entre otros (Alemán et al., 2023). Estos factores no solo afectan la salud física de los estudiantes universitarios, sino que también tienen repercusiones en su bienestar emocional y su rendimiento académico. La fatiga constante, la dificultad para concentrarse y la falta de motivación son algunas de las consecuencias que pueden afectar su desempeño en las aulas y en sus actividades diarias. Esto refuerza la necesidad de implementar estrategias efectivas para el fomento de hábitos saludables dentro de las instituciones educativas, permitiendo que los estudiantes cuenten con mejores condiciones para su desarrollo personal y profesional.

En este sentido, los hábitos saludables deben tener un auge dentro de las universidades para poder promocionar y hacer estrategias que los incluyan para mejorar la calidad de vida de los estudiantes universitarios. Es importante que estas estrategias no solo se enfoquen en la alimentación y el ejercicio, sino también en el bienestar mental, la gestión del tiempo y el equilibrio entre estudio y descanso. De igual manera, se podrán implementar programas que beneficien a los estudiantes a reforzar sus hábitos y generen un impacto positivo en su formación integral, contribuyendo así a la creación de un entorno universitario más saludable y productivo


METODOLOGÍA

 

Para la recolección de datos se utilizó un enfoque cuantitativo el cual se denomina así porque trata con fenómenos que pueden ser medidos, es decir, aquellos a los que se les puede asignar un valor numérico . (Kerlinger, 2002).

Se utilizó un diseño correlacional el cual consiste en investigar la asociación entre dos o más variables sin manipularlas. Ordena la información y mide los datos a partir de un coeficiente de correlación, que definirá la dirección, la fuerza y el tipo de relación que existe entre las diferentes variables. Los investigadores miden variables y determinan el grado y la dirección de su asociación mediante técnicas estadísticas como el análisis de correlación.

 

FASES DEL DESARROLLO

Con el objetivo de medir la relación existente entre los hábitos saludables y el rendimiento académico en estudiantes universitarios. Para la recolección de datos, se aplicó una encuesta a

una muestra de 20 estudiantes de los cuales 11 personas pertenecen al género femenino y 9 del masculino con edades entre 19 y 21 años, pertenecientes al cuarto cuatrimestre de la carrera de Criminología en la Universidad Vizcaya de las Américas, campus Durango.  El muestreo utilizado fue probabilístico, garantizando una representación equitativa de la población estudiada. La encuesta se facilitó a los participantes mediante un código QR que los dirigía directamente al formulario en línea. Además, se proporcionó acompañamiento durante su aplicación para resolver cualquier duda que pudiera surgir.  Para el análisis de los datos, se utilizaron herramientas gráficas proporcionadas por Google (Google Froms ).  Esta herramienta facilitó una visualización clara y detallada de los resultados obtenidos

 

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN 

En el análisis de las encuestas aplicadas a los estudiantes de la Licenciatura de Criminología de quinto cuatrimestre de la Universidad Vizcaya de las Américas se descubrió que la mayoría de los participantes tienen entre 20 y 21 años, y casi una cuarta parte de ellos trabaja medio tiempo además de estudiar. Esto indica que muchos deben equilibrar sus responsabilidades académicas y laborales, lo que podría influir en sus hábitos diarios.

En cuanto a la actividad física, solo un pequeño porcentaje realiza ejercicio con frecuencia, mientras que la mayoría lo hace de manera esporádica. Sin embargo, casi la mitad de los encuestados considera que el ejercicio influye en su capacidad de concentración y memoria, lo que sugiere que, aunque no todos lo practican regularmente, sí reconocen su importancia en el rendimiento académico. Respecto a la alimentación, más de la mitad de los estudiantes consume alimentos procesados con regularidad, pero también se destaca que una gran mayoría incluye frutas y verduras en su dieta diaria. Además, el 75.8% reconoce que su alimentación impacta en su energía y desempeño escolar. El sueño es otro factor clave analizado. Más de la mitad de los encuestados duerme entre seis y ocho horas por noche, aunque solo un tercio consideran su descanso como reparador. Por otro lado, un porcentaje significativo menciona sentirse cansado o con sueño durante sus clases, lo que podría afectar significativamente su rendimiento académico.

Al evaluar su desempeño, la mayoría lo califica como bueno, aunque un número considerable admite que no siempre cumple con todas sus tareas o se prepara para los exámenes. En cuanto a la relación entre los hábitos y el rendimiento, un 34.8% considera que tienen un impacto significativo, mientras que el 53.8% cree que su influencia es moderada. Sin embargo, el 81.8% ha notado mejoras en su desempeño al adoptar hábitos más saludables. Es importante señalar que, aunque en términos generales se observa una gran tendencia positiva entre hábitos

saludables y un rendimiento académico superior, existen variaciones individuales y otros factores que pueden influir en esta relación, como la carga laboral o el manejo del estrés.

Sin embargo, es fundamental reconocer algunas limitaciones en este estudio. Por ejemplo, la muestra utilizada fue pequeña (20 estudiantes de una única carrera en la Universidad Vizcaya de las Américas, Campus Durango), lo que limita la generalización de los resultados a contextos y poblaciones más amplias. Además, el método de recolección de datos mediante encuestas autoadministradas puede estar sujeto a sesgos de respuesta y a la influencia de la deseabilidad social. Asimismo, al tratarse de un diseño correlacional, el estudio no permite establecer relaciones causales definitivas entre los hábitos saludables y el rendimiento académico, y el análisis estadístico empleado fue de carácter descriptivo, lo que impide cuantificar con precisión la magnitud de estos efectos.

No obstante, aunque nuestra investigación presenta ciertas limitaciones y posibles sesgos, estudios más amplios y profundos han demostrado una relación significativa entre los hábitos saludables y el rendimiento académico. Diferentes investigaciones han postulado que los hábitos alimentarios adquiridos durante la infancia y mantenidos en la adolescencia persisten en la edad adulta. En este sentido, la encuesta sobre alimentación saludable de la Fundación MAPFRE resalta los malos hábitos alimenticios que prevalecen en la vida universitaria. Se encontró que el 43.2% de los encuestados desayunan solo ocasionalmente, el 38% lleva alimentos de casa a la escuela y el 34% compra alimentos, con una prevalencia combinada del 28%. Es posible que los conocimientos nutricionales hayan influido positivamente en el hábito de desayunar diariamente, ya que el desayuno es considerado una de las comidas más importantes del día, proporcionando la energía necesaria para un adecuado rendimiento físico e intelectual (Hernández et al., 2020). Este estudio nos proporciona evidencia relevante sobre los hábitos saludables en la universidad y permite establecer una relación con nuestra investigación, ya que confirma que la adopción de buenos hábitos es un factor clave en el rendimiento académico universitario.

 

CONCLUSIÓN

Gracias a esta investigación podemos concluir que los hábitos saludables, como una buena alimentación, el descanso adecuado y el ejercicio físico, influyen positivamente en el rendimiento académico de los estudiantes universitarios. Por el contrario, los malos hábitos, como la inactividad, el consumo de sustancias nocivas o el alcohol, afectan de forma negativa.

Adoptar buenos hábitos requiere tiempo y una adecuada organización, lo cual representa un reto debido a la carga académica y otras responsabilidades que enfrentan los estudiantes. Este trabajo invita a reflexionar sobre cómo nuestros hábitos impactan el rendimiento académico y la calidad de vida en general.  Es importante que las universidades promuevan estilos de vida saludables mediante la oferta de comida accesible y nutritiva, el fomento de la actividad física y la adecuación de horarios que permitan una mejor gestión del tiempo.

Si bien los resultados indican una relación entre hábitos saludables y mejores calificaciones, para conocer con mayor precisión la magnitud de estos efectos sería necesario un análisis estadístico más profundo, ya que una de las limitaciones de nuestro estudio es que el instrumento que se usó o para encuestar a los estudiantes no está oficial o no está valorado, además se tuvo poco tiempo para aplicarlo y analizarlo. Se recomienda implementar programas de concientización sobre el ejercicio, la alimentación equilibrada y el descanso, así como generar espacios que faciliten la adopción de estos hábitos. La relación entre hábitos y desempeño académico es clara, por lo que resulta fundamental seguir explorando formas de apoyar el bienestar integral de los estudiantes

Esta investigación no solo busca evidenciar el impacto de los hábitos en el rendimiento académico, sino también motivar a estudiantes y directivos a reflexionar sobre la importancia de un estilo de vida saludable como base para una mejor experiencia universitaria y personal.

 

REFERENCIAS

 

Aguirre-Crespo, A., & Reyes-Cárdenas, G. (2014). Caracterización del patrón de sueño en estudiantes de la Universidad de Quintana Roo. Salud QuintanaRoo. http://www.salud.qroo.gob.mx/revista/revistas/29/04/04.pdf

Carrillo-Mora, P., Ramírez-Peris, J., & Magaña-Vázquez, K. (s. f.). Neurobiología del sueño y su importancia: antología para el estudiante universitario. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0026-17422013000400002

Castillo Viera, E., & Sáenz-López Buñuel, P. (2007). Hábitos relacionados con la práctica de actividad física de las alumnas de la Universidad de Huelva a través de historias de vida. Profesorado: Revista de Currículum y Formación de Profesorado, 11, https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=56711208.

Cecilia, M. J., Atucha, N. M., & García, J. (2018). Estilos de salud y hábitos saludables en estudiantes. Elsevier. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1575181317301468

Hernández Hernández, D., et al. (2020). Hábitos alimenticios y su impacto en el rendimiento académico de estudiantes de la Licenciatura en Farmacia. Redalyc, 14(2), 125-137.